Yo no quito el crucifijo

jueves, 30 de diciembre de 2010

Feliz Año Nuevo



Cada año por estas fechas celebramos ese momento que hemos inventado los humanos en el que con las campanadas de un reloj, nos mostramos alborozados —la mayor parte de las veces de forma ficticia— simplemente porque se produce un cambio de número en el discurrir de nuestras vidas. Nos mostramos gozosos porque despedimos un año que se va, como si con él dijésemos adiós para siempre a todo aquello que en los últimos doce meses nos ha sido dañoso. El sonido de esas doce campanadas constituye todo un ritual profano que nosotros, pobres gnomos del universo, elevamos a la categoría de lo místico. Preparamos las doce uvas, depositamos un atavío de oro en la copa de vino espumoso, incluso algunos se ponen una prenda íntima de color rojo y esperamos expectantes y en silencio el sonido milagroso de las doce campanadas. La verdad es que nunca he llegado a saber el significado y porqué de estos simbolismos, tras los cuales y todos al unísono, exultantes de una programada —que no auténtica— alegría, nos besamos y felicitamos repitiendo el consabido latiguillo “Feliz Año Nuevo”.

Es esta una atolondrada ceremonia en la que teóricamente pretendemos alejar de nosotros todo lo malo que nos haya podido suceder durante el año que muere, al tiempo que aparentamos desear a aquellos que tenemos próximos —a veces tan lejanos— las mayores venturas que deseamos nos traiga el futuro, por el artificial hecho de que en el calendario haya cambiado un número.

Analizada esta actitud desde la madurez racional, podría calificarse de infantilmente patética. No nos damos cuenta que los días, los meses y los años que dan forma al tiempo, están vacíos y jamás nos podrán ofrecer nada, ni bueno, ni malo. Es un vacío que llenamos los seres humanos, día a día, con nuestra disposición, con nuestras palabras, con nuestros actos. El futuro aún no existe, se nos ofrece pleno de nada, somos nosotros quienes le vamos dando forma, con nuestro pensamiento, con nuestro comportamiento, ese comportamiento que proyectamos sobre nuestros semejantes. Por eso, esperar que la ventura y la felicidad nos la proporcione el año que comienza, me parece algo tan baldío como ir a buscar un empleo al INEM.

No sé porqué ese ansia por que se vaya un año y llegue otro. Parece como si quisiéramos escapar. Pero escapar ¿de qué? ¿de nosotros mismos? Al fin y al cabo, detrás de cada anochecer, siempre brillará el resplandor de un amanecer. El tiempo, esta ahí. O mejor dicho, nosotros estamos en el tiempo. El no pasa por nosotros. Somos nosotros quienes pasamos por él y en él dejamos el rastro de nuestras obras. Cuando cae nuestra última hoja del calendario, lo que queda en el recuerdo de los demás, no es nuestra imagen. Si así fuera ¿Cuál quedaría? ¿La de cuando fuimos niños? ¿La de nuestra adolescencia? ¿La de la madurez? O ¿la de la decrepitud de la ancianidad? No, no queda una imagen concreta. Queda el surco de nuestro paso por este mundo, con la huella de lo que hicimos y hasta de lo que no hicimos.

Cuando asomamos por vez primera al laberinto de la vida y entramos en lo que llamamos el tiempo, lo hacemos llenos de energía, de proyectos e ilusiones que aun ignoramos, de obras por realizar. Iniciamos la siembra de una cosecha en la que vamos dejando el germen en cada etapa, en cada época y en la que cada estación nos va segando sin darnos cuenta, hasta que de nosotros no queda más que el surco de nuestro pasado. Un pasado que somos incapaces de cambiar. Pero sí somos dueños de nuestro futuro. La vida es un vaivén entre el recuerdo y la esperanza.

Cuando suenan las doce campanadas, no debemos esperar nada de ellas; seamos nosotros los que salgamos a su encuentro con coraje y basados en la experiencia de ese pasado que dejamos atrás, con nuestra participación decisiva, hagamos del mañana una aurora de prometedora esperanza para todos.

Aprendamos la lección: Si el futuro nos angustia y el pasado nos encadena, no permitamos que se nos escape el presente.

De todos modos y aún cayendo en mi propia contradicción, Feliz Año Nuevo a todos.

César Valdeolmillos Alonso

¿Navidad de Misa y olla?



“Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza”

Alfred Tennyson
Poeta inglés



Hace más de dos mil años, un hombre y una mujer llamaban angustiados a todas las puertas de Belén. Alguien infinito estaba a punto de nacer para compartir. Un niño en el que se encerrarían todas las claves del mundo. Como cada año ese mismo niño vuelve a llamar a la puerta de cada uno de nosotros, pidiendo que le hagamos un lugar en nuestro corazón. No hagamos como aquella noche en la que no hubo sitio para ellos en la posada, donde cerca del fuego comían y bebían los bien instalados. Sin embargo, los más humildes entre los humildes —los recusados insolentes— fueron los protagonistas de la Navidad.

Se me ocurre pensar que la Navidad jamás se aposentará en la posada, sino el establo de Belén. ¿Quién nació en ese establo? Alguien que no hizo otra cosa en su vida que amar, que no nació sino para que la palabra amor no se le cayera de la boca. Pero ese alguien no hablaba de un amor cualquiera, el amor al que se refería, está por encima de todos los otros.

Quien sabe si la Navidad tiene lugar solo para los marginados, para los agredidos, para los desamparados. La Navidad es el consuelo que alguien que desborda amor, concede a los desprovistos, a los que —según el parecer de los saciados— sirven nada más que de escándalo, de risa, de mofa o de escarnio. No es fiesta la Navidad para felices, sino para los que tienen el alma en carne viva.

La Navidad, no debe consistir en una fiesta de Misa y olla; no podemos circunscribirla a los cómodos límites domésticos de familia reunida en torno al beso, al pavo y al villancico. Eso es una dramática parodia y burlar su verdadero espíritu. Identificar la alegría con el menú y la bullanga de la falsa Navidad, es un atentado al hecho maravilloso de alguien que nació para morir por amor. Por amor a cada uno de nosotros.

El calor del hogar y la compañía, no siempre auténticos, tienden a encubrir nuestros más íntimos sentimientos de soledad y desamparo, que en medio del alboroto y la superficialidad compartida, disfrazamos de nostalgia.

O la Navidad es el don que el Ser Supremo concede a los desprovistos, o no significa nada.

Por eso cuando por la calle veas a un niño perdido que lleva todas las razas sobre su piel, no le llames extranjero, si del amor de una madre que os estrechó contra su pecho, tuvisteis la misma luz; si aún queda un resto de ternura en tu corazón, entrégasela. Cuando por la calle veas a una muchacha con todos los pecados del mundo sobre su alma, no le claves las espinas en su frente, ni los clavos en sus pies; si aún queda un resto de ternura en tu corazón, regálasela. Cuando por la calle veas a un anciano que lleva todas las amarguras y sacrificios de la vida en su interior, no veas en él a un individuo entre la masa; si aún queda un resto de ternura en tu corazón, dásela.

Ese y no otro, es el auténtico espíritu de la Navidad y siendo de este modo, como decía el ensayista estadounidense Hamilton Wright Mabi, podremos exclamar: “Bendita sea la fecha que une a todo el mundo en una conspiración de amor”

César Valdeolmillos Alonso

martes, 30 de noviembre de 2010

¿Qué sabe Zapatero, que sabe Marruecos?



“La sumisión y tolerancia no es el camino de la moral, pero sí con frecuencia el más cómodo”
Martín Luther King
Predicador, defensor de los derechos de la raza negra


Con asombro y perplejidad el pueblo español viene constatando como el Ejecutivo, con su presidente a la cabeza, viene poniendo en práctica desde sus primeros pasos, una actitud absolutamente anticlerical con respecto a la Religión Católica; una postura retadora y de confrontación, como se ha podido comprobar en las palabras pronunciadas en la campaña electoral catalana por el Sr. Rodríguez, que no pueden tener otra consecuencia, que la aparición de un malestar, inquietud y desasosiego entre la población —tanto católicos, como no católicos— salvoconducto muy peligroso, que en vez de conducirnos por el camino del respeto y la comprensión, de insistir en estas tesis, bien podría llegar a desembocar como infortunadamente ya ocurrió en la década de los treinta, en la exaltación desmedida de ideas antagónicas, la división y en último extremo el conflicto entre la sociedad española. Un ejemplo constatable, es la reacción espontánea que ha producido la prohibición realizada por las autoridades, de asistir a las celebraciones litúrgicas en la Basílica a la iglesia de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, que ha hecho que miles de fieles, que antes no lo hacían, acudan a la celebración de la Santa Misa a dicho lugar.

Con la, digamos —descortés— postura adoptada por el jefe del Ejecutivo español para con un Jefe de Estado como es el Papa y por añadidura, guía espiritual de una inmensa mayoría de españoles, contrasta la melifluosidad, condescendencia, comprensión, benevolencia y exquisitez con que el Sr. Rodríguez trata al Rey de Marruecos y todas aquellas cuestiones que con él y su país se relacionan, incluso aún cuando las mismas, constituyan una afrenta o humillación hacia España.

Como persona, respeto profundamente —aunque no la comparta— la ideología que con sus actos y palabras ha demostrado tener el Sr., Rodríguez, si bien, como primer mandatario español, entiendo que, por diferentes motivos, no es excusable su comportamiento ni con el Papa, ni con el Rey de Marruecos.

Cuando se rigen los destinos de un país, la primera obligación de quien lo hace, es hacer respetar y defender los derechos del mismo, sobre todo, cuando se le ningunea, se le provoca, se le afrenta o se le arremete y todo esto, viene ocurriendo periódicamente por parte de Marruecos hacia España y los españoles.

Si quien está llamado a defender esos derechos, calla, trata de excusar, aduce pretextos incomprensibles o mira hacia otro lado, cabe deducir que pudiera existir alguna poderosa razón que aconsejase u obligase a adoptar tan aparentemente incomprensible comportamiento, máxime cuando el mismo, puede suponerle un importante coste electoral. Pero resulta aún más incomprensible, cuando no solo se adoptan estas posturas, sino que para mayor perplejidad, el agredido otorga las más alta distinción al agresor.

Los contactos del Sr. Rodríguez con el rey alauí, se remontan al 18 de diciembre de 2001, cuando el primero solo era jefe de la oposición. En plena tormenta política entre Madrid y Rabat y desoyendo las llamadas del Gobierno del Partido Popular, el entonces Secretario General del PSOE, viajó a Rabat, donde fue recibido por el Rey de Marruecos en el Palacio Real, fotografiándose ambos delante de un mapa marroquí que mutilaba territorios españoles [1] y en el que, evidentemente, el Sahara Occidental, aparecía como parte del reino. Y ello, en medio de una importante crisis con Rabat, que había retirado a su embajador.

A cerca de esta reunión entre ambos personajes, cabe hacer las siguientes reflexiones:

1. ¿Por qué y con que objeto hizo el Sr., Rodríguez este viaje en las graves circunstancias descritas?

2. En la visita que Felipe González hizo a los campamentos de refugiados en Tinduf (sur de Argelia) el 14 de noviembre de 1976, dirigió estas palabras a los saharauis: “Hemos querido estar aquí para demostraros, con nuestra presencia, nuestra repulsa y nuestra reprobación por el acuerdo de Madrid de 1975″. Y añadió: “Nuestro partido está convencido de que el Frente Polisario es el guía recto hacia la victoria final del pueblo saharaui. Y está convencido también de que vuestra república democrática se consolidará sobre vuestro pueblo y podréis volver a vuestros hogares. Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas: yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo, sino comprometerme con la Historia: nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final”. Entre las palabras de entonces de Felipe González y los hechos del Sr. Rodríguez, parece existir una notoria y clara diferencia. ¿Por qué el rey de Marruecos, recibe al jefe de una oposición, cuyo partido —al menos de palabra— siempre se había mostrado defensor de los derechos de autodeterminación del pueblo saharaui, y por tanto contrario a sus intereses?

3. La visita a un Jefe de Estado, no se hace como el que pasa por delante de la casa de un amigo y de pronto decide entrar a verle. Lo correcto es suponer que la entrevista entre ambos, estaba previamente concertada y pienso yo que no para saludarse simplemente.

4. Por lo anteriormente expuesto, y teniendo en cuenta la petición expresa del PP de que no realizase dicha visita en ese momento, el jefe de la oposición en España, está claro que no llevaba el encargo de mediar en el conflicto existente en aquella ocasión entre los dos países.

5. ¿De qué se habló entonces en aquella reunión?

6. Con el intempestivo viaje del representante del mayor partido de la oposición española, ¿daba el rey de Marruecos de esta forma una bofetada al que por entonces era su principal enemigo en el extranjero, el presidente José María Aznar?

7. Conviene recordar también que en aquella fecha, José María Aznar era el principal obstáculo para que el Sr., Rodríguez pudiera ocupar el Palacio de la Moncloa[2].

8. Hasta donde sabemos, tanto el Rey de Marruecos, como el Sr. Rodríguez tenían un punto en común: José María Aznar.

9. Mohamed VI ¿vio en el Sr. Rodríguez a un interlocutor más fácil de manejar o menos firme que Aznar, ante sus pretensiones anexionistas?

10. Si fue así ¿pensó el monarca de Marruecos que le interesaba que fuese su visitante quien en el futuro ocupase La Moncloa?

Siete meses más tarde, en julio de 2002, Marruecos, ocuparía el islote Perejil, en la víspera de la celebración de la boda de su monarca.

España buscó infructuosamente el apoyo en la OTAN. Ante la estéril actitud de la Alianza Atlántica, solicitó un pronunciamiento de la Unión Europea que nunca llegó. Por último y para defender no solo los intereses de España, sino el respeto y la dignidad de nuestro país, optó por una medida de fuerza, previa garantía del apoyo de Estados Unidos ante una hipotética respuesta marroquí. Por supuesto, Marruecos condenó la recuperación de Perejil con el uso de la fuerza. Eso cabía esperarlo. Lo curioso y sorprendente, es que el Sr. Rodríguez —por entonces líder de la oposición y aspirante a la Presidencia del Gobierno de España— también lo hiciera.

El 11 de marzo de 2004, en vísperas de la jornada de reflexión de unas elecciones generales, de las que habría de salir el nuevo presidente del Gobierno español, un grupo terrorista del que formaban parte no pocos marroquíes, llevó a cabo en Madrid uno de los mayores atentados terroristas de Europa, con 191 muertos y más de mil heridos.

Tres días después, y tras violar Rubalcaba la jornada de reflexión, Zapatero se convertiría en presidente del Gobierno. A la luz de aquella conversación celebrada en el 2001 ¿Podría el rey de Marruecos deducir que las relaciones iban a mejorar mucho en beneficio de sus tesis?

El 18/11/10, Luis del Pino escribe en Libertad Digital que cuando la policía española había rodeado un piso en Leganés el 03/04/04, en el que se refugiaban los supuestos responsables del atentado del 11-M, el entonces embajador de España en Marruecos, Fernando Arias-Salgado, llamó al ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Mohamed Benaissa, y le informó de que los presuntos responsables del 11-M, estaban cercados. "Ahora podremos saber quién es el autor intelectual del 11-M", dijo el embajador español, a lo que Benaissa contestó: "Si, sí. Y habrá muchas sorpresas". Cuando Zapatero tomó posesión de su cargo como presidente de gobierno, una de sus decisiones inmediatas, junto con la retirada de las tropas españolas de Irak, fue la destitución del embajador de España en Marruecos.

Reveladoras palabras las del ministro marroquí, que inducen a pensar que las autoridades del país vecino, conocían detalles —aún en la opacidad— de aquellos hechos, que cuando menos, el Gobierno de José María Aznar, ignoraba. Y llamativa la celeridad con la que el nuevo ejecutivo socialista, destituyó al embajador de Marruecos.

La primera salida al extranjero del nuevo Presidente español, fue a Casablanca, donde en compañía de Mohamed VI, inauguró un monumento en recuerdo de los asesinados el 16 de mayo de 2003. Era la segunda vez que se entrevistaban.

El 14/01/05, el ejecutivo español acordó en Consejo de Ministros conceder el Collar de la Orden de Carlos III al rey de Marruecos, la más alta condecoración civil que puede otorgar el gobierno español a una persona, por los méritos contraídos en beneficio de España o de la Corona; quince Grandes Cruces de la Orden de Isabel la Católica —paradójicamente, la reina que expulsó a los moriscos— entre quienes se incluyó al jefe del espionaje marroquí, Hmidu Laanigri, que dejó en libertad a uno de los presuntos autores del 11-M y no colaboró con la investigación española. ¿Que méritos concurren en esta persona para la concesión de tan alta distinción?[3] Además se les concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil a otros seis miembros del Gobierno marroquí. En total, y si no he sufrido error en el recuento, un total de veintidós condecoraciones, lo que sin duda se puede considerar de una generosidad extrema y desusada, sobre todo cuando la concesión de tan altas distinciones, recae sobre personas integrantes de un régimen que no hace más que hostigar a España. ¿No podría considerarse este hecho como una humillante claudicación para mantener contento a Su Majestad Mohamed VI y si es cierta la conversación que se cita entre el embajador español y el ministro de asuntos exteriores marroquí, incluso para que esté callado?

Si yo fuera malicioso —que no lo soy— pensaría que a lo mejor ni siquiera hubiera sido necesaria la concesión de estas condecoraciones para que Marruecos mantuviese la boca callada sobre determinados hechos del 11-M, aún no aclarados.

El 16/011/09 la activista saharahui Aminatu Haidar inició una huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote y el ejecutivo español se comportó de forma muy descafeinada, ofreciéndole soluciones que no se pudiesen interpretar por Marruecos como apoyo a su pueblo, llegando incluso a ser citada por un juzgado como imputada en la provocación de desórdenes públicos y ello sin considerar que su vida estaba corriendo un grave riesgo.

De forma muy distinta se implicó el ejecutivo español en la huelga de hambre protagonizada por el terrorista asesino, De Juana Chaos. En aquella ocasión la vida era lo primero, por encima de consideraciones jurídicas y morales. Pero nadie puede discutir que se adoptaron dos actitudes muy distintas ante un mismo hecho. ¿Por qué?

De todos modos, llama la atención la repercusión que obtuvo en España el caso de la musulmana Aminatu Haidar y la sordina con que se está tratando el de la cristiana Asia Bibi, a pesar de que la comunidad internacional se ha manifestado pidiendo su libertad, incluido por supuesto el Papa. Nuestro nominal gobierno, brilla por su silencio. ¿Dónde están ahora los de la ceja en apoyo de la vida de Asia Bibi?

No es que en la huelga de hambre de De Juana Chaos y la de Aminatu Haidar, no estuviera en juego el valor supremo de la vida, pero la diferencia estriba en que la de ellos era un acto voluntario en defensa de unas posiciones políticas y a Asia Bibi la quieren matar por el simple hecho de no querer renuncia a ser cristiana, como ya lo han hecho con otros. ¿Qué se hubiera organizado por los medios de comunicación españoles y grupos afines a la izquierda, si nos hubiésemos atrevido a juzgar a los islamistas que a diario ocupan espacios públicos para efectuar sus ritos religiosos? Nosotros liquidamos tradiciones centenarias como es el rendir honores a la Custodia en la capital imperial de Toledo, y por orden de la ministra Carmen Chacón, por vez primera se suprimieron los honores militares en la procesión del Corpus Christi. Los cadetes de la Academia de Infantería, no presentaron armas a la Custodia; no portaron la bandera en la formación y tampoco se encargaron de tocar el himno nacional. Sin embargo, a los musulmanes les proporcionamos nuestros cuarteles para facilitarles el ejercicio de sus ritos e incluso tratamos de eludir la tan traída y llevada Ley de igualdad, cuando una musulmana es presionada por un imán, por adoptar su vida al estilo Occidental.

¿O es que para la izquierda española, el valor de la vida de una persona se establece en función de su edad, los intereses políticos o las creencias o no creencias de quien maneja los hilos del poder?

El 10/07/10, Marruecos inició una escalada de comunicados calumniando a las fuerzas de seguridad españolas y atacando la integridad territorial de España, al reclamar una parte de nuestro territorio, que desembocaron en los lamentables sucesos que se desarrollaron en la frontera de Melilla. ¿Dónde estaban entonces nuestras autoridades incluida la entonces ministra de igualdad Bibiana Aído, para defender nuestra integridad territorial y la agresión personal a varios miembros femeninos de nuestras Fuerzas de Seguridad? No se atrevieron a ejercer la misión para la que fueran investidos, sino que ante la cada vez más provocadora actitud del país vecino, recurrieron a Su Majestad el Rey para que les sacara las castañas del fuego, desgastando su figura y la de la Corona.

En este punto no estaría demás recordar que en 2002, cuando Marruecos invadió con sus fuerzas militares el islote de Perejil, siendo este suceso muchísimo más grave que el del conflicto melillense de meses pasados, el gobierno de Aznar no recurrió a la Casa Real.

El 19/08/10, el ministro de Fomento español, José Blanco, tacha de deslealtad para con España y con el Gobierno, la visita efectuada a Melilla por el señor Aznar. Similar situación se daría con Mariano Rajoy cuando un mes después visitó la misma ciudad y por los mismos motivos, con el agravante asombroso de que el entonces ministro Moratinos pactara con el primer ministro marroquí, un comunicado que atacaba al jefe de la oposición española y calificando parte del territorio español, como “ocupado”. Seguramente el Sr. Blanco sufrió un lapsus y olvidó que Zapatero dijo ser "leal" a España cuando viajó a Rabat a espaldas de Aznar.[4]

El 31/08/10, La Gaceta publica que los pasaportes que expide el reino de Mohamed VI a ciudadanos marroquíes nacidos en Melilla, citan de forma habitual como: “Lugar de nacimiento: Melilla, Marruecos”, lo que, además de constituir una falsificación de datos en documento oficial, en términos políticos, ha de considerarse como un golpe de fuerza de quien actúa con la tranquilidad de que no existirán consecuencias de ningún tipo. Con estos pasaportes, en rigor, pueden viajar por el resto de Europa, extendiendo la percepción de que la soberanía de la ciudad autónoma española, corresponde en realidad a Marruecos, sin que exista —que se sepa— ninguna reacción al respecto por parte del gabinete del Sr. Rodríguez, quien se reunió con el monarca alauita el 20/09/10 en la sede de la ONU y dio por enterrados los conflictos anteriormente reseñados. Reunión que, por cierto, estuvo presidida solamente por la bandera marroquí y de la que Zapatero dijo: " La foto es lo más importante".

Ver video en:
http://www.libertaddigital.tv/ldtv.php/beta/videoplayer.html/giTvDv13ZlQ

El 01/11/10, en su permanente estrategia de presionar a España para que adopte una postura favorable a su tesis con respecto a los territorios del Sahara Occidental, Marruecos inicia una nueva ofensiva en dicho territorio, ante la que nuestras autoridades guardan un silencio total por la violación de los derechos humanos de los saharauis, llegando incluso a apoyar al gobierno marroquí, que agredió salvajemente a ciudadanos españoles en la capital del Sáhara ocupado, El Aaiún, al desautorizar el “Gobierno de España” a sus propios ciudadanos, víctimas de la violencia del gobierno marroquí.

Dijo el dramaturgo francés Víctor Hugo, “El sufrir merece respeto, el someterse es despreciable”.

Por ello, ante todas estas vejaciones, no cabe menos que preguntar ¿Qué grado de fortaleza es la del poderoso vínculo que somete a este gobierno a los deseos de Marruecos? ¿Qué sabe Zapatero, que sabe Marruecos?

César Valdeolmillos Alonso
_____________________________________
[1] El mapa fue portada de "La Vanguardia" (19.12.01)


[2] Para comprobar el estado de las relaciones del Sr. Rodríguez con José María Aznar, entonces Presidente del Gobierno español, conviene leer el artículo firmado en Toledo por Anabel Díez y publicado en El País el 17/12/01. http://www.elpais.com/articulo/espana/Zapatero/inicia/visita/Rabat/reproches/Aznar/situar/PSOE/anti-Espana/elpepiesp/20011217elpepinac_8/Tes?print=1

[3] http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/cordoba/abc.cordoba/2005/01/15/017.html

[4] Libertad Digital, 19/08/10 http://www.libertaddigital.com/nacional/zapatero-dijo-ser-leal-a-espana-cuando-viajo-a-rabat-a-espaldas-de-aznar-1276399841/



viernes, 19 de noviembre de 2010

Rebuznos




“Dale de comer rosas al burro y te responderá con un rebuzno”
Con mi mayor respeto a todos los pollinos del mundo.



Hay una sentencia anónima que dice: “Mezcladas andan las cosas: junto a las ortigas nacen las rosas”. Y esa es ahora la situación de nuestra querida pero maltrecha España.

En el escenario en el que en estos momento nos desenvolvemos los españoles, todo es confusión, desconcierto, inseguridad, temor a no saber como ni cuando podremos salir de ese laberinto que es el amasijo de circunstancias que han hecho saltar por los aires, no solo nuestro bienestar material, sino lo que aun produce mayor zozobra en nuestro espíritu: la voladura controlada que desde el poder se ha hecho de todos nuestros valores y principios, los cuales constituyen parte de nuestro propio ser y la base de una concepción de la existencia.

La visita del Papa para abrazar al apóstol Santiago y consagrar como basílica el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, ha sido la ofrenda de una rosa de amor. Amor que algunos han pretendido mancillar con sus espurios intereses políticos, a los que ineludiblemente van unidos los personales. Ha sido algo tan hermoso que debe hacernos comprender que hay que regocijarse, no de que para llegar a las rosas, haya antes que pasar por las espinas, sino de que las espinas estén recubiertas de rosas.

El primer intento fue el de los nacionalistas catalanes al presentar el gesto del Pontífice de hablar en catalán, un reconocimiento de la identidad nacional de una Iglesia catalana. Pueril y tosco argumento ya que ¿todos? sabemos que solo hay una Iglesia que está en los cinco continentes; que asume, protege y fomenta por respeto, las raíces de todos los pueblos y precisamente por ese motivo es Universal. La Iglesia en la propagación de su mensaje, no hace distinción entre razas, continentes, naciones, nacionalidades y regiones y mucho menos entre ideologías. Hay saber distinguir e interpretar en su justo contexto, entre lo que es su función fundamental que es la propagación de la verdad revelada y otra el respeto debido a la identidad cultural y antropológica de los pueblos, como símbolo de la libertad del ser humano.

El Papa, como cabeza visible de la Iglesia católica más grande del mundo, con más de 1.100 millones de seguidores, no precisa de la de arrogante insolencia del dirigente de un pequeño partido político nacionalista como Artur Mas, cuando este, a modo de condicionante advertencia manifestó: “El Papa tiene que ser consciente de que viene a una nación que es Cataluña, y que no va a una región… meridional mediterránea…, pues sin mucha personalidad… el Papa tiene que ser consciente de que viaja a una nación de profundas raíces cristianas con una identidad propia forjada a lo largo de los siglos. Yo creo que el Papa eso lo entenderá y, si no, le ayudarán a entender que esa es su visita también”. Más adelante y contradiciéndose manifestó: “que para él, como cristiano, la visita de Benedicto XVI "tiene mucho más sentido como padre de la Iglesia católica que como jefe de Estado. Jefes de Estado tenemos muchos, pero representantes al máximo nivel de la Iglesia católica del mundo cristiano, de esos no tenemos muchos".

Como podrán observar por su estilo, su forma de expresión y por la profundidad de su pensamiento, Artur Más sobrepasa de largo a los príncipes de las letras y grandes pensadores españoles.

Francamente, tanto el fondo como la forma de estas manifestaciones, no es que me parezcan propias de una indigna soberbia y menosprecio al resto de los españoles, a los católicos de todo el mundo, a la Iglesia y al propio Papa directamente. Con perdón para los jumentos, me parecen un acomplejado e injustificado rebuzno.

El segundo intento, fue la inconveniente descompostura de nuestro presidente Sr. Rodríguez Zapatero, al ausentarse inoportunamente de España y no estar presente en los actos litúrgicos que para la visita del Papa, estaban programados desde hace muchísimo tiempo. Personalmente me parece una indecorosa y premeditada provocación, pues si bien son respetables sus creencias personales, como Presidente del ejecutivo español, no debe olvidar que legalmente representa a la totalidad todos y cada uno de nosotros, lo que le obliga como mínimo, a respetar las más elementales normas de cortesía para con otro Jefe de Estado que por encima de ello, es guía espiritual de una inmensa mayoría de españoles, practicantes o no practicantes, pero que basan su conducta y razón de ser, en los fundamentos y valores de la fe cristiana. Con mi mayor respeto a los rucios del mundo, entiendo personalmente que el comportamiento de nuestro presidente ante el mundo, una vez más ha sido la proyección de otro estentóreo y discordante rebuzno que contrasta con las palabras de unión, concordia, diálogo, entendimiento y encuentro, proclamadas por el Papa en su visita apostólica a España.

No se porqué, cuando escribo estas breves reflexiones, me viene a la mente el refrán español: “Rebuzno de burro no llega al cielo”.

César Valdeolmillos Alonso.

El apogeo de la desvergüenza



He conocido tantas versiones de la verdad, que ya no se que mentira creerme
Anónimo

Pues eso mismo es lo que podría decir usted amigo lector, después de conocer las diferentes versiones que sobre los resultados de la huelga, hemos sufrido los 40 millones de súbditos del Gobierno y Sindicatos afines, es decir: los españolitos de a pié.

Lo curioso del caso, es que aquellos que nos han expresado valoraciones diametralmente opuestas, tratan de convencernos ardientemente, de que sus palabras no son mas que el reflejo de la pura verdad, por lo cual uno termina por quedar más atragantado que un pato en una clase de física cuántica.

Y no es que haya que esperar a estas alturas, que ningún cargo público nos diga, no ya la verdad. ¡Vamos! Hasta ahí podíamos llegar. Es que ni siquiera cabe esperar que diga, SU VERDAD.

En España, en los tiempos que corren, lo políticamente correcto, es mentir con el mayor descaro y desvergüenza, sin siquiera parpadear. Acción que en cualquier país verdaderamente democrático, al que se le pilla con el carrito del helado faltando a la verdad, tarda 24 horas en dar por terminada su carrera pública y marcharse a su casa.

Pero España es diferente y la perversión del lenguaje que desde hace años se viene promoviendo por parte de la clase política española, ha hecho que lo políticamente correcto convierta la mentira repetida hasta la saciedad, en verdad absoluta; lo blanco en negro y lo impúdico y deshonesto, en lícito, íntegro y honrado.

A estas alturas de la película, que mientan, ya no solo no debe sorprendernos, sino que es lo que cabe esperar de esta casta social ignorante que no ha dado un palo al agua en su vida; que para lo único que sirven es para crearnos problemas y a los que encima nos vemos obligados a mantener de por vida. Lo que debería dejarnos pasmados es que alguna vez, aunque fuese a causa de un arrebato irrefrenable de sentido de la realidad, dijesen algo razonable.

Visto lo visto y escuchado lo escuchado, que falten a la verdad barriendo para casa, lo asumimos ya como un mal irremediable. Irremediable porque nadie le quiere poner el cascabel al gato. Pero eso es una cosa, y otra muy diferente es que a las doce de la mañana, traten de convencerle a uno de que es noche cerrada. Hasta ahí ya no, porque es menospreciar nuestra inteligencia.

El hecho es que, la huelga de ayer es lo último que nos hacia falta en España, país que tiene el dudoso honor de encontrarse a la cabeza del índice de desempleo, a la cabeza del fracaso escolar, en el furgón de cola de la productividad, la competitividad y las prestaciones sociales. País endeudado hasta las cejas por generaciones, lo que significa empobrecimiento y atraso de cara a un futuro bastante más que dudoso y problemático.

Con esta huelga, hemos perdido todos y lo más absurdo, es que no sabemos quien ha salido beneficiado con ella.

Ha perdido el gobierno que ha visto su imagen aún más deteriorada de lo que ya está, por mucho que intente presentarse como víctima de unas medidas que no convencen a nadie, ni sirven más que para crear un estado de confusión e inseguridad jurídica que perjudican a trabajadores, pensionistas, parados y que alejarán la inversión nacional y extranjera por muchos años.

Si alguna imagen podían tener, la perdieron unos sindicatos ideológicos, correas de transmisión de la izquierda, a los que mantenemos todos con nuestros impuestos. Unos sindicatos anclados en los más rancios postulados del siglo pasado, aferrados a unas leyes emanadas de la más dura época del franquismo, en la que la falange tenía un gran poder dentro del régimen y que aún hoy, constituyen un pesado lastre en el despegue de la actividad económica de España y por consiguiente del bienestar y progreso de los trabajadores a los que dicen defender. Y si no, que se lo pregunten a los cuatro millones y medio de parados sin expectativas de recuperar su empleo. Que se lo pregunten al millón y medio de esos parados que ya no cobran ninguna subvención y que muchos de ellos están subsistiendo a la escasa ayuda que les pueden prestar sus familiares y a los comedores de Cáritas y otras instituciones sociales de la Iglesia. Que se lo pregunten a esa masa de nuestra juventud que ve como se les pasan los mejores años de su vida sin poder independizarse ni construir su futuro.

Ayer perdió también una patronal que no representa a nadie, con un presidente que no es precisamente el mejor exponente del empresariado que necesita España en estos momentos, pero a la que también mantenemos todos.

Pero quien más perdió con la demagógica huelga de ayer, fue el pueblo español, que a pesar de todos los cuentos de la lechera que nos pintan desde el poder ejecutivo, cada día que pasa, ve más oscuro e incierto su futuro, incluidos los pobres pensionistas que es en su edad más avanzada cuando, después de haber entregado toda una vida de trabajo a la sociedad, más ayuda necesitan.

Pero las previsiones del Jefe del Gobierno y del partido que le apoya, el PSOE, ante el estupor de propios y extraños, desdicen todo esto y no pueden ser más optimistas, tanto dentro, como fuera de España. Y el Jefe del Gobierno, tiene que saber mucho más que yo de estas cosas. Así que no me hagan ustedes mucho caso, porque esto solo son íntimas reflexiones de alguien que prefiere ser un aprendiz del saber, en lugar de maestro de la mentira y la ignorancia.
César Valdeolmillos Alonso

domingo, 10 de octubre de 2010

LA RAZÓN Y LA MISIÓN

En su visita al Reino Unido Benedicto XVI ha indicado claramente que si los principios éticos que sostienen el proceso democrático no se rigen por nada más sólido que el mero consenso social, este proceso se presenta evidentemente frágil. Esto es aplicable a todas las democracias occidentales y sin duda alguna a España, donde el proceso de perversión de la democracia es particularmente intenso. El juego de mayorías y minorías que puede tener valor para decidir sobre la mejor manera de administrar el país, de tomar decisiones económicas sobre el crédito, el comercio, la energía o el plan de comunicaciones, no puede utilizarse para decidir sobre “nuevos” valores morales, aunque se disfracen como extensión de derechos y otros eufemismos. La interpretación de la moral y la ética que puedan hacer los ideólogos del partido gobernante, desde posiciones que se dicen progresistas, se vienen convirtiendo en leyes, que se imponen obligatorias a todos los ciudadanos, una vez que son aprobadas por una mayoría parlamentaria, aunque esta mayoría se obtenga mediante el sistema de toma y daca: tú me votas, yo te doy. A partir de tales leyes, con la entusiasta colaboración de los medios de comunicación afines y el control del sistema educativo, se busca modificar el alma misma de la sociedad, configurar su forma de pensar para que no utilice su razón, ni busque la verdad, pues la única verdad es la que decida el parlamento. Dice el Papa que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación. Benedicto XVI cree en la razón, de la que todo hombre está dotado, con independencia de su religión, para encontrar un fundamento objetivo de la realidad más sólido que las cambiantes mayorías parlamentarias, pero esta razón puede ser y de hecho es manipulada por las ideologías, en detrimento de la dignidad de la persona. Si la ideología imperante no cree que exista una verdad, ni una justicia, ni una ética, accesible al esfuerzo a la razón, se dedica a inventarse una que favorezca la relación de fuerzas en la que unos disfrutan del poder y los demás se contentan con lo que quieran darle de trabajo, de seguridad social, de sanidad, (mientras haya algo que dar, naturalmente) Si las palabras del Papa en el Reino Unido, a que he hecho referencia; iban dirigidas a cualquier persona, con independencia de que tenga una o ninguna religión, lo que ha dicho a los Obispos de Brasil va dirigido expresamente a los cristianos que creen que hay que poner en marcha nuevas técnicas para hacer atractiva a la Iglesia al mundo. Para el Papa la misión de la Iglesia no consiste en hacerse atractiva para el mundo, sino en trabajar al servicio de Jesucristo y existe para hacer que la Buena Noticia sea accesible a todas las personas. Para la eficacia de esta misión es necesario que todos los bautizados se conviertan en misioneros, enamorados de Cristo. La única técnica posible en la difusión de evangelio es que cada cristiano muestre con su propia vida que su encuentro con el Señor lo ha transformado en una persona nueva, cuyos valores no coinciden con los del mundo. Francisco Rodríguez Barragán http://elguadalope.es/2010/10/07/la-razon-y-la-mision/ Publicado en Bitácora de Rebelión Digital el 08-10-10 http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/11507/2010-10-08.html Publicado en Análisis Digital el 09-10-10 http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=49856&idNodo=-5

miércoles, 28 de julio de 2010

¿A quién le importa España?


“Prometo por mi conciencia y honor, cumplir fielmente las obligaciones del cargo de Presidente de Gobierno, con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros”

José Luis Rodríguez Zapatero
Palacio de la Zarzuela,
17 de abril de 2004 y 12 de abril de 2008


Ese grupo de hombres que conquistó el Mundial de Futbol, fue el artífice de que los españoles nos sintiésemos orgullosos de nosotros mismos y volviésemos a sentir sensaciones, ilusiones y sentimientos que desde hacía mucho latían adormecidos en lo más profundo de nuestro yo. A causa de las constantes falacias proferidas por la izquierda y los grupos mediáticos que corean y amplifican sus consignas, los españoles habíamos perdido nuestra propia estima y cobardemente acomplejados, sustituíamos la palabra España, por el concepto: “este país”; la expresión sagrada en todo el mundo occidental de “Patria”, nosotros la borramos de nuestras conciencias porque la izquierda logró que se identificase con el fascismo; lo mismo hicieron con la bandera, permitiendo e incluso fomentando, que fuese ignorada, sustituida, insultada, escupida, ultrajada y hasta quemada con, al menos, indiferente complacencia.

Pero la Selección Nacional Española de Fútbol, Nadal, Contador, Alonso, son ese grupo de hombres que ha conseguido poner el nombre de España a la altura que por su historia le pertenece, e hicieron posible el milagro: que los españoles olvidásemos nuestros complejos y orgullosos, enarbolásemos nuestra bandera; gritásemos con entusiasmo la palabra España y cantásemos con emoción ¡Soy español!, ¡Soy español!, ¡Soy español! Y ello, con evidente disgusto de una izquierda perdida, sin norte, sin ideas y con la mirada puesta en la destrucción de los valores y principios en que siempre se inspiró la unidad de España y con escandalosa alarma y nerviosismo de los totalitarismos nacionalistas.

Del entusiasmo de la roja —como malintencionadamente denomina el Sr. Rodríguez a la Selección— pasamos al desencanto de la negra que tenemos encima. De la inyección de optimismo que nos produjo nuestra selección, al pesimismo fundado que nos causó el debate sobre estado de la nación.

Quien siguiera el mismo con alguna atención ¿Qué consecuencias pudo sacar? Pues que este no constituyó otra cosa mas que un manifiesto escarnio y desprecio de los políticos —que dicen representarnos— para todos los españoles y especialmente, para los más desfavorecidos.

En el hemiciclo pudimos contemplar a un presidente del ejecutivo preso de sus propias contradicciones, sin iniciativas, sin soluciones para los problemas que acosan a los españoles y a merced de los acontecimientos. Su patética imagen, me recordó la de aquel neurótico y peligroso capitán de barco, que Humphrey Bogart interpretara magistralmente en “El motín del Caine”.

España es hoy una nave sin rumbo, sin timonel y con un capitán abatido por la galerna, con la sola y única idea de mantenerse en su puesto, “le cueste lo que le cueste”, intentando llegar desesperadamente al puerto de las próximas elecciones.

En su derivar, no solo ha dilapidado las repletas bodegas de la nave que recibió, sino que además de hipotecarla por varias generaciones, haciendo oídos sordos al escorbuto que supone para su tripulación —más de cuatro millones y medio de parados— y contra las órdenes recibidas del Cuartel General Constitucional[1], sigue siendo su voluntad entregar arbitrariamente parte de esa nave a la deriva que es España, a los jerarcas políticos independentistas, lo que pudiera constituir un fraude de Ley[2] de muy graves consecuencias.

Pero es que continuando en términos marinos, la Intervención Delegada del Estado Mayor de la Armada, representada por el jefe de la oposición, por pura estrategia electoral, en el legítimo y obligado ejercicio de las funciones que tiene encomendadas por la Constitución, renunció a presentarse como la opción de cambio decidida, sólida, clara y convincente, capaz de recuperar el rumbo perdido. Y ello en una situación tan delicada y peligrosa como la que, por voluntad de su capitán, se encuentra el barco, a punto de partirse en pedazos y naufragar para siempre.

En condiciones tan extremas, quien tenía el lícito poder y deber para poner de manifiesto las peligrosas arbitrariedades cometidas por quien ha inspirado, estimulado y promovido leyes inmorales e injustas y movimientos orientados a destruir todos los valores en los que desde hace más de quinientos años se ha asentado la realidad de la nación española, optó por ignorar tan temerario proceder y se limitó a exponer una serie de generalidades de tipo económico ya sabidas —aunque no por ello menos importantes— y meterse en la inútil petición de que el capitán abandone la nave y en la estéril polémica de si usted es malo y yo soy bueno y viceversa. Pero en absoluto rozó siquiera uno de los problemas más graves que tiene planteados España, que es la voluntad que el capitán tiene, aun en contra de lo sentenciado por el Tribunal Constitucional, de entregar parte de la nave a las oligarquías nacionalistas. Pero afrontar ese problema con honradez, con la Ley en la mano, con una auténtica vocación de servicio a España y los españoles, era políticamente incorrecto, por si en el futuro había que negociar con ellos para poder obtener parte del mando del buque.

Por el contrario, se achicó cuando un envalentonado capitán le espetó que aguantaría hasta el final le costase lo que le costase y para coronar el plante, le desafió a que se atreviese a llevar a cabo su relevo en el mando, mediante los mecanismos previstos en el reglamento: presentar una moción de censura.

Ya sabemos que a las oligarquías nacionalistas —que no a su pueblo— les conviene mantener al capitán en su puesto, pero sin poder; entregado mansamente a sus voraces e insaciables demandas encaminadas a seguir saqueando la nave e imponer en la misma su Ley, incluso mediante la baladronada amenaza de proclamar unilateralmente la independencia.

En la posición privilegiada en que ahora se encuentran, no cabe pensar bajo ninguna circunstancia que prestasen su apoyo a una moción de censura, relevando de su puesto a un capitán que es en sus manos, el sumiso brazo ejecutor de sus ya desenfrenadas ambiciones.

Pero aun así, y en la más que probable posibilidad de no ganar en el intento, entiendo que una inmensa mayoría de los españoles habría tenido la posibilidad de constatar cual era el camino alternativo que nos ofrecía quien solicitaba su relevo. En esa tesitura, cada opción política se habría visto en la necesidad de descubrir sus cartas; el desgaste para quien ahora capitanea la nave, hubiese sido inconmensurable, constituyendo un comienzo mucho más próximo, de un final anunciado.

Naturalmente, en ese descubrir cada uno sus cartas, quien legítimamente aspirase a ostentar el mando de la nave, hubiese tenido que exponer cuales serían las disposiciones, no solo económicas, sino también de regeneración moral y política y sobre todo, de organización territorial, que a su entender habría que poner en práctica, para corregir el rumbo y evitar el naufragio. Y lo cierto es que el buque se encuentra ya en condiciones tales, que a la tripulación solo se le puede prometer austeridad en su gobernación y sacrificios para todos, durante mucho tiempo.

Reconozco que no es un programa muy sugestivo que posibilite ganar unas elecciones. No son pocos los que prefieren mirar hacia otro lado y pensar que no es tan fiero el león como lo pintan. Veremos que piensan mañana, si tienen la desgracia de verse afectados por la epidemia del paro; la degradación de la sanidad y la educación; la emancipación sexual de sus hijos a los 14 años; los efectos explosivos de la píldora del día después o un aborto ignorado de sus hijas a los 16 años; la congelación y rebaja de sus pensiones o la casi nula virtualidad de la Ley de dependencia

Sin embargo es urgente que la oposición se desprenda de una vez por todas de sus innumerables complejos por miedo a que le llamen facha, fascista, le califiquen de extrema derecha y otras falacias similares y se presente como una opción compacta y clara, dispuesta a presentar transparentemente, sin dobleces, disimulos u ocultamientos, el programa que la gran mayoría de los españoles estamos esperando.

Es cierto que para obtener el poder y arreglar —hasta donde se pueda— las perversidades que se han cometido, antes hay que ganar las elecciones, lo cual no le va a resultar a la oposición nada fácil. El capitán está decidido a jugar marrulleramente y hasta el límite, todas las bazas que tenga en su mano. Su único y exclusivo es seguir en el poder y llevar a cabo su plan de conducir la nave al temerario puerto ideológico de los años treinta del siglo pasado.

De hecho sus bazas ya las está jugando con la mayor hipocresía y sin el menor escrúpulo, entregando parte de la nación a las jerarquías minoritarias nacionalistas, aceptando el estatuto —que no la sentencia— catalán; poniendo en libertad sin causa ni justificación alguna y con evidente desprecio hacia las víctimas, a presos etarras con las manos manchadas de sangre, posibilitando por todos los medios que haya una facción de la banda criminal que se pueda presentar a las elecciones municipales; ganando tiempo para que a poco que pueda mejorar la economía en el futuro, las circunstancias le permitan presentarse como el salvador de la misma, cuando ha sido él, quien con sus demagógicos derroches, ha dilapidado la herencia recibida. Pero por si todo esto no resultase como tiene previsto, tengo la convicción de que la última jugada la tiene ya preparada para que se olvide todo el deterioro y quebranto, tanto moral como económico, que en tan escaso tiempo nos ha causado y muy bien pudiera ponerla en práctica poco antes de las elecciones. Los que conocen a fondo su trayectoria, saben que es todo un experto en el dividir para vencer. Puede ser una jugada maestra para profundizar aún más en la brecha que él se ha encargado de abrir para dividir a los españoles en buenos y malos, fascistas y progresistas, caverna y futuro y lograr que, como infortunadamente ya ocurrió una vez, volvamos a enfrentarnos entre nosotros. Es muy probable que eligiera ese momento, como el más conveniente a sus intereses ideológicos, para promover la ya anunciada Ley de Libertad religiosa, que en el fondo, dados los antecedentes de la inmoralidad de otras leyes ya aprobadas, cabe suponer que no será otra cosa que la expresión legal de su radical anticlericalismo, provocando un enfrentamiento esencial con la Iglesia Católica.

Pero por si hubiese duda, fijémonos las palabras del capitán del barco cuando dice que el "proceso de paz" fue un "acierto" que "sembró una solución definitiva"[3]» , al mismo tiempo que ETA ya habla del "resultado fructífero" de sus años de terror[4]; o las del presidente nacional socialista de la Generalidad de Cataluña, manifestando que: "Recrearse tanto en lo de la unidad de España es casposo e innecesario"[5].

En contraste con estas vergonzosas manifestaciones, profundicemos en las palabras que el Rey de todos los españoles, pronunció en su tradicional invocación al apóstol Santiago: “Te ruego nos ayudes a superar las dificultades que afecten a nuestra vida colectiva y a resolver cuanto antes la grave crisis colectiva que atravesamos de tan duras consecuencias para millones de personas y familias, particularmente para nuestros jóvenes. Ilumina por ello a nuestras autoridades y responsables políticos, económicos y sociales, para que sirvan con generosidad al interés general y favorezcan siempre la cohesión y entendimiento entre todos, atendiendo con eficacia a los problemas de nuestros ciudadanos. Ayúdanos a erradicar el odio, la violencia y la sinrazón de la barbarie terrorista, cuyas víctimas y familiares afectados merecen todo nuestro respaldo y están siempre en nuestros corazones. Patrón de España: te pido que fomentes todo aquello que nos une y nos hace más fuertes, que ensancha el afecto en nuestros ciudadanos, que asegura la solidaridad entre las comunidades autónomas y que hace de España la gran familia unida, al tiempo que diversa y plural, de la que nos sentimos orgullosos”.

El rumbo que desde el primer día tomó quien ahora comanda la nave que España, no es otro que el desarrollo de una estrategia inmoral basada en un oportunismo sin escrúpulos, para mantenerse en el poder y desplegar una política personal, propia de lunáticos iluminados que pretenden cambiar el curso de la Historia y que al final, lo único que consiguen, es sembrar el odio, la ruina y la destrucción de la sociedad sobre la que ejercen su dominio, con graves consecuencias para aquellas otras que les rodean y con las que mantienen contacto. Sin retroceder demasiado en el túnel del tiempo, el mundo aún recuerda con horror la historia del nacional socialismo desplegado por el cabo bohemio Adolf Hitler, líder e ideólogo del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores.

Son personas con mente dictatorial y totalitaria, que aprovechando las posibilidades que les brinda la democracia —no olvidemos que Hitler fue elegido democráticamente en las urnas— se instalan en el poder para imponer el pensamiento único, perpetuarse en el mismo y destruir la esencia misma del sistema democrático. Las trágicas consecuencias de la suprema potestad rectora y coactiva en manos de una insensata ignorancia, pueden ser imprevisibles.

De ahí que lo más urgente sea relevar del mando al capitán de la nave, intentando que el relevo constituya un auténtico descalabro para la opción que representa. Será este el único modo existente, para que sea excluido de toda facultad de mando entre quienes un día confiaron en él, le apoyaron y luego se vieron traicionados.

Parece lógico pensar que su relevo dentro de sus propias filas, debiera generar en las mismas una profunda reflexión que diese como fruto, el que la nueva dirección fuese otorgada a otros dirigentes que tuviesen el necesario sentido de la realidad de la sociedad española y del Estado.

Si queremos devolver a España, al menos, parte de la prosperidad; la influencia y prestigio internacional perdidos, habrá que desandar una buena parte del camino recorrido en los últimos seis años y ello no sería posible ni con un triunfo de la oposición por mayoría absoluta, circunstancia que no me parece nada probable, dada la ambigüedad del aspirante. Pero incluso, aunque se llegase a dar esta circunstancia, sería necesario establecer trascendentales y muy sólidos pactos de Estado con el principal partido de la oposición, ya que los desmanes cometidos han sido de tal calibre, que a mi modesto entender, se hace inevitable ya una reforma de la Constitución y la Promulgación de una nueva Ley Electoral.

Enumerar ahora las traiciones que con el legado recibido de nuestra historia se han cometido en los últimos seis años y las graves consecuencias que de ellas habrán de derivarse, daría para escribir varios tomos.

De no producirse estas circunstancias y el comandante siguiese al mando de la nave hasta conducirla al puerto por él deseado, las elecciones de 2012, los daños que aún podría causar a la misma serían de tal naturaleza, que cabría aplicar las palabras que don Luis Mejía dirigiese a don Juan Tenorio en la famosa obra de Zorrilla, en relación con la seducción de Doña Ana de Pantoja: “Don Juan, yo la amaba, sí; mas con lo que habéis osado, imposible la hais dejado para vos y para mí”.

César Valdeolmillos Alonso
______________________________________
[1] Tribunal Constitucional


[2] “Los actos realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico, o contrario a él, se considerarán ejecutados en fraude de Ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir”. Punto 4, Art. 6, Capítulo III del Código Civil Español.

[3] Declaraciones a “El País” publicadas el 25-07-2010

[4] Diario Gara, 25-07-2010

[5] Declaraciones a “El País” publicadas el 25-07-2010

España necesita un Vicente del Bosque



"Muertas las ideologías, el mundo quedó en manos de gente práctica que anula cerebros bajo montañas de nada"
Jorge Valdano
Ex futbolista y entrenador argentino

Gracias de todo corazón a la Selección Nacional Española de Futbol, por habernos dado la gran alegría de habernos dado este día de gloria y haber logrado que, por primera vez en seis años, se hable en todo el mundo elogiosamente de España.

Escrito esto, declaro solemnemente que desde que recién inaugurado el estadio Santiago Bernabeu, mi padre me llevó a ver un encuentro en el que se enfrentaban el Real Madrid y el Sporting de Gijón —tiempos en los que en las filas del equipo merengue figuraban Bañón, Querejeta, Corona, Muñoz, Ipiña y Molowny entre otros, por entonces en España aún no se había oído hablar de Diestéfano— y en el que el equipo asturiano ganó en el último minuto por 0-1, el encuentro me produjo tal aburrimiento y el resultado tal decepción, que nunca más he vuelto a sentir la menor motivación que me haga aficionarme a este espectáculo que mueve intereses inimaginables y suscita tan ardorosas pasiones.

Cuando ocasionalmente veo a través de la televisión alguno de esos inmensos coliseos tronando a causa del rugir de cientos de miles de gargantas porque la pelotita ha traspasado los tres palos, pienso en lo poco que ha progresado la humanidad. Los que manejan el poder siguen distrayendo al pueblo de los problemas y angustias que ellos mismos le causan, con unas migajas de algo y circo, ¡mucho circo!

Los griegos utilizaban los juegos olímpicos como tregua —tiempo de paz— en sus discordias internas, uniéndose todos en torno a un solo objetivo: el triunfo de sus mejores atletas. Los emperadores romanos, para distraer al pueblo de sus innumerables tropelías, convirtieron a sus habitantes en carniceros que bramaban de entusiasmo ante la sangre derramada sobre la arena. Nosotros, en siglo XXI, ofendemos a la dignidad humana, haciendo un escandaloso alarde de derroche en el corazón de un continente en el que una gota de agua potable es más valiosa que un brillante y en el que una gran parte de los niños, mueren a causa de la desnutrición antes de los cinco años. ¡Con lo que se podría hacer en esos mundos de desheredados con los cientos de miles de millones que han costado estos “juegos”!

Quizá hoy las formas sean más refinadas, pero los métodos de hurtar de la mente los problemas de fondo, las variopintas y sofisticadas formas de crueldad que el hombre sigue ejerciendo contra el hombre, no es muy diferente de la de entonces.

Con todo, y al margen del hedor que emana de las ocultas cloacas que alimentan los intereses que pululan en torno al tinglado que constituyen estos gigantescos eventos “deportivos” y la afrenta que los mismos suponen para ese mundo que sumido en la más absoluta de las miserias, carece de lo imprescindible para mal subsistir, he de admitir que en las actuales circunstancias de España, el cabezazo de Pujol en el encuentro contra Alemania y el tan ansiado gol de Iniesta en la portería holandesa, además de la victoria, constituyeron dos campanazos tan rotundos, tan sonoros, tan manifiestos y expresivos, que de los mismos, deberían tomar buena nota las sórdidas, codiciosas y oportunistas oligarquías políticas hacedoras de artificiales nacionalismos y las de los gnomos mentales que las amparan; paletos miopes, que engreídos de su propia y fatua vanidad, tienen la impúdica osadía de presentarse ante el mundo con planetarias visiones que solo anidan en su presuntuosa y liliputiense mollera.

Tanto unos como otros, se creen iluminados salvadores del mundo y no son más que sanguijuelas incrustadas en nuestra piel, incapaces de hacer otra cosa que destruir día a día nuestra sociedad, improvisando sin sentido en función de sus espurios intereses y como su único objetivo es perpetuarse en el poder, de forma miserable aplican el aforismo de Julio Cesar: “divide et impera” divide y vencerás.

Nos separan; nos dividen en buenos y malos, en ángeles y demonios; nos enfrentan a unos contra otros bajo el subterfugio de hacer una sociedad más justa e igualitaria; legalizan el asesinato libre de generaciones enteras, legalizando el exterminio de seres inocentes e indefensos y tienen el provocador descaro de argüir que es para dotar de mayores garantías a quienes están condenados a ser despedazados en el vientre de su propia madre; defienden la idea —y a quienes la han practicado al margen de la Ley— de dormirnos dulcemente para que no despertemos, invocando una falaz muerte digna; dilapidan el fruto del esfuerzo de nuestro trabajo en políticas electoralistamente partidarias a expensas de arruinar a España y a los españoles; con vergonzosa ignorancia, maligna intención y un inconmensurable complejo de inferioridad, eliminan cuando pueden u ocultan y desprecian cuando no tienen otra salida, los símbolos de nuestra identidad nacional, al tiempo que alientan y apoyan voraces tendencias nacionalistas, que con perjuicio para el resto de los españoles, gozan de privilegios injustificables en el siglo XXI. Privilegios que en buena parte, son utilizados para sembrar el odio de sus nuevas generaciones hacia quienes precisamente les estamos manteniendo.

Valgan como ejemplos más recientes —y no me aparto del mundial de futbol— ese video difundido en las televisiones que no están a las órdenes del régimen, en el que se contempla como se coreó el gol de Pujol en una sede nacionalista catalana, cantando “…la puta España”, por cierto, con la música de un tema que ensalza a nuestro país y que después de dar la vuelta al mundo, ha quedado como símbolo de una parte de nuestra identificación nacional. El otro desgraciado ejemplo, es el de ese joven gaditano, que en Pamplona, por parte de unos descerebrados amamantados en el odio a su propia nación —mal que les pese— recibió una puñalada en la axila, por cometer el pecado de ir envuelto en la bandera española.

Dicen los comentaristas deportivos, que el cabezazo de Pujol, impulsó el balón con pasión tal, que el esférico penetro en la portería alemana con la fuerza de un misil.

Lo que los nacionalistas y sus oportunistas socios políticos ignoraban, es que ese misil, perforaría al mismo tiempo la línea de flotación de sus anacrónicas y extemporáneas ideologías, tan alejadas de los sentimientos de la ciudadanía común y corriente; de esa ciudadanía que no goza de poltronas y lujosísimos coches blindados; de esa ciudadanía que no ha sido educada en el odio a sus compatriotas; de esa ciudadanía que no tiene grandes posesiones cuyo origen no se atreven a explicar; de esa ciudadanía que no tiene otro poder que el de su voto en las urnas cada cuatro años; de esa ciudadanía que se levanta a las seis o las siete de la mañana para ir a su trabajo —si tienen la fortuna de conservarlo aún— y producir, para que unos pocos privilegiados se aprovechen de la riqueza que el mismo genera; de esa ciudadanía que no se beneficia de las subvenciones por oportunistas razones de apoyo al poder; de esa ciudadanía que tiene que hacer mil y un equilibrios para pagar su hipoteca, la luz, el teléfono, el agua, el gas, la basura, el impuesto de circulación, el IBI, el IRPF y un rosario de impuestos interminables; de esa ciudadanía que apenas nacidos sus hijos, tiene que, desde primerísima hora de la mañana, dejarles en las guarderías, porque al carecerse de una auténtica política de protección a la familia —salvo la de los que mangonean el cotarro ¡faltaría más!—, forzosamente los dos miembros de la pareja tiene que trabajar, con evidente menoscabo de su vida familiar; de esa ciudadanía que llegan a casa extenuados a la hora de acostar a sus hijos, lo que les impide tener la convivencia familiar necesaria en la que se pueda sembrar la semilla de su formación; de esa ciudadanía que con angustia observa como sus hijos se van empobreciendo intelectualmente a causa de la pésima educación que están recibiendo, con lo que en su día, con muchos y pomposos títulos que no les servirán de nada, con suerte llegarán a ser subalternos de las juventudes de los países de nuestro entorno, muchísimo mejor preparadas que las nuestras; de esa ciudadanía que ve como sus hijos en edad de incorporarse al mundo laboral y labrarse un porvenir, no tienen la menor perspectiva de poder independizarse y formar un hogar; de esa ciudadanía que en plena madurez, cuando más fruto podía dar a la sociedad, se le cercenan todas sus expectativas con el despido o en el mejor de los casos, con una prejubilación anticipada, truncando así de forma traumática, su futuro; de esa ciudadanía que a causa del despilfarro de los mandamases de la cosa pública, ve disminuido su patrimonio y mermado su salario; de esa ciudadanía que después de toda una vida de dar fruto a la sociedad, ve congeladas y amenazadas sus pensiones; de esa ciudadanía que cuando por su edad más lo necesita, va a tener que pagar una sanidad pública que ya pagó cotizando a la SS.SS durante su vida laboral; de esa ciudadanía para la que llegada la senectud, que es cuando más necesita el ser humano el amor, el cariño, el reconocimiento y la ayuda, se le aprobó una Ley de dependencia que al final ha resultado el cuento de la lechera.

El cabezazo de Pujol y el gol de Iniesta, por primera vez en la historia de los mundiales de futbol, hizo posible que la Selección Nacional Rojigualda —la española, no la roja, que ni para hacer demagogia tienen imaginación; la roja es el sobrenombre con el que tradicionalmente se conoce a la selección de Chile— llegasen a conquistar la copa de campeones del mundo, despertando en la generalidad de los españoles, el noble sentimiento de hacer posible el logro de un sentimiento común, representando a nuestra nación; la única que conoce el mundo: España.

La proeza que se ha hecho realidad, no es del Madrid de Casillas, ni del Barcelona de Busquet, Xavi o Pujol, como pretenden para avivar la confrontación entre hermanos, los mezquinos politicastros nacionalistas enriquecidos a la sombra de su superchería y votados por un puñado de ingenuos de muy menguados conocimientos, ignorantes de que ellos serán los primeros en ser las víctimas de los desmanes de aquellos a quienes torpemente creyeron.

Que se enteren de una vez por todas, todos aquellos que cándidamente han creído y caído en las ilusorias pero falaces tesis nacionalistas, que hoy, los españoles todos, reconocemos y honramos la labor desempeñada por los miembros de nuestra Selección Nacional de Futbol, con independencia de que sean, catalanes, vascos, gallegos, canarios o de Valderrábanos de Arriba, porque todos somos ramas que se nutren de la misma savia de un tronco común llamado España.

La hombrada futbolística alcanzada con la conquista del título de campeones del mundo, se debe a ese grupo de hombres, que impregnados de un objetivo común y recíproco, han integrado la Selección Nacional Española. Un grupo de hombres, que más allá del renombre profesional y de los beneficios económicos que pudieran reportarles sus logros, eran conscientes de que estaban defendiendo el prestigio deportivo del futbol español. Solo había que observar el semblante de responsabilidad de sus rostros cuando sonaba el himno de su país y el entusiasmo, la alegría, el júbilo enardecido y hasta las lágrimas de emoción, que nacidas de lo más profundo de sus corazones, brotaban de sus ojos cuando marcaban un gol o lograban superar una eliminatoria más. En esos momentos no sentían ni al Madrid, ni al Barcelona, ni a Cataluña, ni al resto de España. Todos eran unos y uno eran todos. Era España la que triunfaba.

En esos momentos, su alegría no provenía de su entendimiento. Era un atropello de sus sentimientos que brotaba de lo más hondo de su alma. Y es que la Selección Nacional Española, contaba con un sólido puente cuyos pilares se sustentaban en la siembra de una hermosa semilla que habría de dar a todos el fruto de un sueño acariciado durante noventa años: ser por vez primera campeones del mundo. Pero esto es imposible de lograr sembrando la discordia, la confrontación o los agravios comparativos entre los miembros del equipo, sino aunando voluntades y haciendo partícipes a todos y cada uno de los miembros del conjunto —jugadores y cuerpo técnico— de que todos, sin distinción, tenían que ser protagonistas de una gesta que España jamás había logrado. Y ese puente, de apariencia tranquila, de gran mesura en su comportamiento, pero que en su infinita soledad ha sabido sortear escollos, salvar dificultades, ignorar grotescas críticas y hacer de todos un solo hombre, un solo deseo, una sola voz, se llama Vicente del Bosque.

Lo que del Bosque no podía sospechar es que su callada labor al frente de nuestra escuadra, no solo causaría el efecto deseado en los hombres que el comandaba, sino que de su filosofía, nos impregnaríamos todos los españoles, logrando el milagro de que, desechando nuestros complejos, nos uniésemos en ese común deseo de recuperar el prestigio de nuestro país —aunque solo fuese futbolísticamente— y orgullosos, engalanásemos nuestros balcones o saliésemos a la calle revestidos con la bandera española. Los españoles necesitábamos perentoriamente un revulsivo que nos hiciese recobrar nuestra propia estimación ante frases como: “…mi patria es la libertad” o “…el concepto de nación es discutido y discutible”. Por ello, sin obedecer a ninguna consigna, hemos reaccionado espontáneamente como un solo espíritu, como un solo sentimiento, como un solo corazón que ha latido al unísono en todo el territorio español. Y es que del Bosque, a la hora de elegir a quienes con él habrían de compartir la responsabilidad del triunfo o el fracaso, tuvo la sabiduría de optar por hombres que sabía que no solo desempeñarían brillantemente su cometido, sino que además estaban —como el mismo manifestó una vez obtenido el título— impregnados de unos valores y principios que se alzaban por encima de su habilidades y conocimientos y que serían decisivos en la consecución de ese sueño común.

Solamente una nube ensombrece este rayo de luz. Y es que hayamos tenido el valor de reaccionar de este modo ante el hecho de atinar a introducir el balón hasta el fondo de la red y callemos cobardemente, como si con nosotros no fuese, ante esos cien mil seres nocentes que cada año ven truncada su vida en el vientre de sus madres en España.

¿Qué clase de sociedad es la nuestra, que es capaz de vibrar como un solo ser por el triunfo en un juego y se desentiende de un hecho tan sanguinario como es el aborto? ¿Qué clase de sociedad es la que —con razón— reprocha el maltrato a los animales al tiempo que defiende, comprende, disculpa o vuelve la cabeza hacia otro lado, cuando de aniquilar la vida humana se trata? ¿Donde dejamos los tan manoseados “derechos humanos” y “la protección del no nacido”?

Con todo, este que suscribe, que habitualmente no siente el menor interés por el futbol, vibrando todo su ser y con los ojos nublados por la emoción, no quiere dejar de felicitar de todo corazón a nuestra Selección Nacional de Futbol. Han trabajado con profesionalidad; con coraje; dejándose la piel cada uno en su misión; sufriendo y gozando todos ellos como una piña, sin personalismos. Han hecho equipo y han cumplido con su deber y España deberá y sabrá honrarles como se merecen. Lo que siento es que en vez de jugar al futbol, no se dediquen a la política. Porque España necesita en La Moncloa un Vicente del Bosque, acompañado por unos hombres como los que nos han representado en Sudáfrica.

César Valdeolmillos Alonso

jueves, 10 de junio de 2010

Ceuta y Melilla no son de España, SON ESPAÑA




Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz.
Juan Pablo II


Desde el día siguiente al que Marruecos, la nación vecina —y a pesar de ello amiga— obtuvo su independencia en 1956, sus más altas autoridades comenzaron a solicitar a España la entrega de Ceuta, Melilla, los peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas, el islote de Perejil y del archipiélago de las Chafarinas, solicitudes que de un modo recurrente, se han venido produciendo de forma periódica cada vez que el país amigo ha querido desviar la atención de sus súbditos de sus graves problemas internos, sembrando, alimentando y excitando en su población, un sentimiento de falso agravio por parte de España o bien aprovechando momentos delicados, como el actual, por los que pudiera atravesar nuestro país.

Pretensiones

El pasado 17 de mayo, como quien no quiere la cosa, Abbas El Fasi, primer ministro marroquí, pronunció en el transcurso de su comparecencia ante una sesión plenaria de la Cámara de Representantes en Rabat —órgano similar a nuestro Congreso de los Diputados— intervención destinada a realizar un balance de la mitad del mandato de su Gobierno, las siguientes palabras: "Llamamos a la amiga España a abrir un diálogo constructivo con Marruecos para poner fin a la ocupación de estas dos ciudades marroquíes —se refería a Ceuta y Melilla— y de las islas vecinas expoliadas, dentro del marco de una visión de futuro".

Para El Fasi, el hecho de que "España niegue a Marruecos el derecho de recuperar dichos territorios, es anacrónico con el espíritu de los tiempos y con las relaciones estratégicas de buena vecindad existentes entre los dos países”.

En su alocución, el primer ministro apuntó que la "visión" de futuro que se abra sobre Ceuta y Melilla y los islotes, "deberá tener en cuenta los intereses comunes de los dos países y las nuevas realidades estratégicas y geopolíticas". Atención a este último concepto por es muy importante y más adelante volveremos sobre él.

No es difícil percatarse de que las cumbres europeas que se celebraron en esas fechas en Madrid, actuaron de caja de resonancia, amplificando a costa de España, el mensaje que Marruecos pretendía enviar a toda la comunidad internacional.

Presiones

Según publicó el diario El País el mismo día 17 de mayo en un artículo firmado por Ignacio Cembrero, “las palabras del primer ministro fueron pronunciadas un mes después de que la aduana marroquí colocase en la frontera de Melilla un cartel en el que se tacha a la ciudad de "ocupada". La diplomacia española trasladó a Rabat su "malestar" por esta iniciativa, pero no obtuvo ninguna explicación y el aviso sigue colgado en el mismo lugar”.

¿Se trata de una mera coincidencia y no existe la menor correlación entre la ofensiva verbal del jefe del Gobierno marroquí y el intento de entrada a Melilla de 15 subsaharianos procedentes de Marruecos, que tuvo lugar horas después de su alocución, siendo esta la primera tentativa de estas características registrada desde 2008, que fue repelida por la Guardia Civil y la Policía?

Por otra parte ¿guarda alguna relación con la postura marroquí, el hecho de que según el artículo firmado por Luis Ayllón en el diario ABC, cuatro días más tarde, el viernes día 21, el Gobierno se viera obligado a rechazar una nota diplomática enviada por Marruecos a la Embajada de España en Rabat, en la que se comunicaba que había sido detenido un ciudadano español cuando intentaba entrar a nado «en el presidio[1] de Ceuta», según supo ABC de fuentes solventes?

La representación diplomática devolvió de inmediato la nota verbal a Marruecos por incluir el término «presidio», que Rabat suele utilizar en sus peticiones sobre Ceuta y Melilla, pero que no es habitual que emplee en los textos dirigidos a España. Además, el embajador, Luis Planas, habló con un alto cargo del Ministerio marroquí de Exteriores para expresarle su protesta y su interlocutor se limitó a decir que tomaba nota.

Agresiones y afrentas

No obstante todo lo expuesto, el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, considera, según dijo en el Foro ABC, que nada de esto impide que se mantenga una buena relación bilateral. Claro que la buena relación bilateral tradicional, tampoco impidió que en julio de 2002, Marruecos ocupara durante unos días el islote de Perejil, lo que causó una seria crisis diplomática.

Tampoco esta muy buena relación que mantenemos con la nación amiga de Marruecos, fue obstáculo para que en noviembre de 2007, se produjera un nuevo foco de tensión entre ambos países, al expresar el Rey Mohamed VI su “condena” y “denuncia” por la visita de don Juan Carlos y doña Sofía a las ciudades de Ceuta y Melilla, advirtiendo en tono desafiante, que las “autoridades españolas deberán asumir su responsabilidad en cuanto a las consecuencias” de la gira real, situación que desembocó en la retirada del embajador marroquí de Madrid durante dos meses.

Fue seguramente nuestra buena relación con Marruecos la que motivó que nuestro Presidente fuera recibido en el aeropuerto de Oujda, en Julio de 2008, con una bandera minúscula de España, tamaño toalla, rodeada de decenas de banderas marroquíes, lo que sin duda constituyó un desplante y una falta de respeto a nuestro país.

Actitud de España

Ante todos estos guantes lanzados por el reino alauita, el Ejecutivo español, pudiendo haber respondido con la misma contundencia con que lo hizo el país amigo, actuó con una muy ponderada tolerancia, renunciando a presentar protesta diplomática alguna. No obstante, al día siguiente de la última solicitud hecha por Marruecos, el diario La Vanguardia reflejaba en sus páginas una noticia difundida por la agencia EFE, que decía: “La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha asegurado que "la soberanía y españolidad de Ceuta y Melilla no están en cuestión de ninguna manera" y ha señalado que "esta posición la conoce Marruecos", país con el que existe "muy buena relación". De todos modos, el sentido común dice que la postura recurrente del reino de Marruecos, constituye una falta de respeto a la relación de buena vecindad de dos países que dicen ser amigos”.

En este mismo sentido la vicepresidenta comentó que la relación con el reino alauí se ha intensificado durante la presidencia española de la UE y ha recordado la cumbre UE-Marruecos celebrada en Granada el 7 de marzo pasado y en la que se le pidió a Marruecos públicamente en rueda de prensa, avances en materia de Derechos Humanos.

A este respecto convendría recordar que España ha sido el principal valedor de esa cumbre, que tuvo como telón de fondo el estatuto avanzado concedido por Bruselas a Marruecos, incluso a veces con perjuicio notorio para nuestros propios agricultores, con el fin de dar "estabilidad" a toda la zona y ello a pesar de que Rabat sigue sin reconocer la integridad territorial española.

Por último, la vicepresidenta precisó que el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos se encontraba "en permanente contacto" con las autoridades marroquíes, lo que nos mueve a pensar que gracias a la notable eficacia de la diplomacia española, las cuestiones expuestas no van a más, ya que estos llamamientos a la integración de ambas ciudades en Marruecos, constituyen actos temerarios que podrían procar tensiones y conflictos de consecuencias imprevisibles, pues este tipo de salidas siembran el desasosiego entre nuestros paisanos del otro lado del Estrecho. Desasosiego para el que sólo hay un antídoto: cercanía y protección del Estado y del resto de los españoles.

Política marroquí

Como resultado de la política que Marruecos viene desarrollado durante años, a cualquiera que pase hoy por Melilla, le resultará dificil saber a qué lado de la frontera se encuentra, ya que la ciudad está amortiguándose a pasos agigantados a causa del aumento de la población del otro lado de la frontera, induciendo así una transformación de la estructura sociológica de la ciudad. Pero Marruecos no se conforma con lograr la metamorfosis de las poblaciónes melillenses o ceutíes, sino que intenta extenderla al resto de España, “invitando” a diversos medios y periodistas españoles a viajar al país alauíta, patrocinados por diversas entidades marroquíes con el fin de "conocer el Marruecos del siglo XXI".

Los intereses de España —y de Europa en general— en el Magreb, son cada día más sensibles y no deben quedar expuestos a soflamas de irredentismo, que convergen con las amenazas reiteradas de Al Qaida contra la presencia española en la región.

Españolidad de los territorios pretendidos

Por sabidas, probadas y notorias, sonroja citar de nuevo, la enumeración de las razones históricas, políticas y jurídicas en las que se basa la españolidad de los territorios inverosímilmente pretendidos por la nación amiga de Marruecos, por más que no estorbará recordar por enésima vez que España ejerce su soberanía sobre Melilla desde 1496 y sobre Ceuta, desde 1580. En su origen, fueron puestos de avanzada tras la conquista por los Reyes Católicos del último reino andalusí de la Península; el nazarí de Granada, en 1492. Resulta por tanto insólita y falaz la pretensión de unos territorios que jamás se poseyeron, ya que Marruecos obtuvo su independencia, en 1956.

Reflexiones sobre la situación

Cuando es bien sabido que las relaciones internacionales están presididas principalmente por razones de intereses propios, resultaría prudente y aconsejable al menos, considerar el retórico término de esa pretendida amistad que nos ha venido ligando a al reino alauita, por una idea mucho más práctica y realista, basada en los intereses de mutua conveniencia.

Partiendo de esta realidad, no deberíamos perder de vista una serie de actitudes muy significativas y que una tras otra nos ponen frente a los ojos el irredentismo marroquí.

Como se ha podido comprobar desde que asumió su independencia, Marruecos jamás abandonará sus aspiraciones anexionistas, salvo que las circunstancias así se lo impongan, dado que cuanto más territorio esté bajo su dominio, mayor poder obstentará en el contexto internacional. Así lo demuestra el ritual en el que se han convertido sus reiteradas peticiones, utilizando para ello los crecientes lazos económicos y demográficos entre ambos países.

Constituiría un grave error ignorar que la cruzada islamista de Marruecos no se esconde. Con un ministerio de Asuntos Islámicos, unos cien cristianos han sido expulsados del país, al parecer, por hacer proselitismo, entre los cuales figura el español, Francisco Patón Millán, dirigente de una empresa energética, que fue expulsado recientemente, acusado de intentar convertir a musulmanes.

En este punto, convendría tener muy en cuenta la significación simbólica de que la primera cumbre entre un país árabe y la Unión Europea se celebrara en Granada, cuya conquista supuso el fin del dominio musulmán en España y precisamente en el Palacio de Carlos V, monumento situado en el corazón de la Alhambra y que en su momento simbolizó el triunfo de la Cristiandad sobre el Islam[2].

No es menos digno de tener en cuenta el hecho de que 20.000 marroquíes vengan legalmente a trabajar regularmente a España cada año[3], donde ya están establecidos 746.000 que viven en nuestro país y constituyen la segunda población más numerosa, tras la rumana, mientras que el número de españoles que viven en Marruecos es de 6.278.

Ahora que nuestro país sufre una crisis económica sin precedentes, las autoridades de Marruecos han debido de pensar que es el momento de echar un nuevo pulso a España. De ahí que las declaraciones del primer ministro, Abbas El Farsi, constituyan un regalo envenenado a nuestro Gobierno. Abrir un diálogo sobre este tema, supondría sacralizarlo y terminaría por volverse contra España, ya que para Rabat sería el principio del reconocimiento de que realmente existe un contencioso. Y ello significaría acercarse peligrosamente al abismo. La crisis económica y financiera que sacude España tiene al Gobierno en serias dificultades, y la petición marroquí en lugar de darle oxígeno para enfrentarla, le añade un nuevo quebradero de cabeza.

A largo plazo, la estrategia de la presión continua ha proporcionado excelentes resultados al sultanato. De suerte que, paso a paso, se fueron anexionando Ifni, la franja de Tarfaya y el Sáhara occidental, con la pérdida que para España ha conllevado en materia de pesca, fosfatos, yacimientos petrolíferos o soberanía sobre las aguas.

Mientras Abbas El Fassi llama al diálogo a España, en base a que la Ley española obliga al empadronamiento de los extranjeros, y más allá de eso, incluso, a la reunificación familiar, en Ceuta y Melilla se tramitan diariamente un número importante de empadronamientos solicitados por ciudadanos marroquíes que han logrado unirse en matrimonio con musulmanes españoles de estas ciudades, convirtiéndose las mismas en escenario donde practicar el ‘matrimonio de conveniencia’. Diariamente el Registro Civil ha de validar matrimonios de musulmanes donde una de las partes procede de Marruecos —ya sea el hombre o la mujer— y este es un proceso muy preocupante que puede llegar a escapar de nuestro control. Concretamente y por este procedimiento, en un año, la población ceutí ha crecido en casi 1.900 personas, ascendiendo en la actualidad a 80.570. Esta situación, sirve de clara base a Marruecos para mantener una posición de fuerza -por causa de la población- más allá de los razonamientos de índole histórico-jurídica, válidos internacionalmente.

Desde el realismo político, el rey de Marruecos sabe que la conquista de tales territorios dependerá, ante todo, de su poderío político —militar, diplomático, económico o demográfico— frente a España. Con la Marcha Verde, cuando en España existía un vacío de poder, se hicieron con el control casi total del Sáhara Español. Con el anterior Ejecutivo, los marroquíes probaron a echar un pulso a España invadiendo el islote de Perejil. Ahora, en una situación de crisis internacional en la que cada país está inmerso en sus propios problemas y aprovechando que la Unión Europea se niega a reconocer la españolidad de las dos ciudades en cuestión, intentan dar un paso más en sus propósitos.

En esta situación ¿quien nos asegura que mañana no seremos objeto de otra marcha verde?

César Valdeolmillos Alonso
Accésit II Premio Nacional de Periodismo “Asociación Ceuta y Melilla Españolas”

_________________________
[1] Marruecos suele aplicar el término “presidio” a Ceuta y Melilla para subrayar que considera a las dos ciudades, plazas fuertes «ocupadas» y que no reconoce la soberanía de España sobre las mismas.

[2] Concepto que figura en la página http://www.alhambra-patronato.es/index.php?id=141 del Patronato de la Alhambra, dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

[3] Manifestaciones de Mohamed Saâd Hassar, secretario de Estado del ministro del Interior de Marruecos.