Yo no quito el crucifijo

domingo, 10 de octubre de 2010

LA RAZÓN Y LA MISIÓN

En su visita al Reino Unido Benedicto XVI ha indicado claramente que si los principios éticos que sostienen el proceso democrático no se rigen por nada más sólido que el mero consenso social, este proceso se presenta evidentemente frágil. Esto es aplicable a todas las democracias occidentales y sin duda alguna a España, donde el proceso de perversión de la democracia es particularmente intenso. El juego de mayorías y minorías que puede tener valor para decidir sobre la mejor manera de administrar el país, de tomar decisiones económicas sobre el crédito, el comercio, la energía o el plan de comunicaciones, no puede utilizarse para decidir sobre “nuevos” valores morales, aunque se disfracen como extensión de derechos y otros eufemismos. La interpretación de la moral y la ética que puedan hacer los ideólogos del partido gobernante, desde posiciones que se dicen progresistas, se vienen convirtiendo en leyes, que se imponen obligatorias a todos los ciudadanos, una vez que son aprobadas por una mayoría parlamentaria, aunque esta mayoría se obtenga mediante el sistema de toma y daca: tú me votas, yo te doy. A partir de tales leyes, con la entusiasta colaboración de los medios de comunicación afines y el control del sistema educativo, se busca modificar el alma misma de la sociedad, configurar su forma de pensar para que no utilice su razón, ni busque la verdad, pues la única verdad es la que decida el parlamento. Dice el Papa que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación. Benedicto XVI cree en la razón, de la que todo hombre está dotado, con independencia de su religión, para encontrar un fundamento objetivo de la realidad más sólido que las cambiantes mayorías parlamentarias, pero esta razón puede ser y de hecho es manipulada por las ideologías, en detrimento de la dignidad de la persona. Si la ideología imperante no cree que exista una verdad, ni una justicia, ni una ética, accesible al esfuerzo a la razón, se dedica a inventarse una que favorezca la relación de fuerzas en la que unos disfrutan del poder y los demás se contentan con lo que quieran darle de trabajo, de seguridad social, de sanidad, (mientras haya algo que dar, naturalmente) Si las palabras del Papa en el Reino Unido, a que he hecho referencia; iban dirigidas a cualquier persona, con independencia de que tenga una o ninguna religión, lo que ha dicho a los Obispos de Brasil va dirigido expresamente a los cristianos que creen que hay que poner en marcha nuevas técnicas para hacer atractiva a la Iglesia al mundo. Para el Papa la misión de la Iglesia no consiste en hacerse atractiva para el mundo, sino en trabajar al servicio de Jesucristo y existe para hacer que la Buena Noticia sea accesible a todas las personas. Para la eficacia de esta misión es necesario que todos los bautizados se conviertan en misioneros, enamorados de Cristo. La única técnica posible en la difusión de evangelio es que cada cristiano muestre con su propia vida que su encuentro con el Señor lo ha transformado en una persona nueva, cuyos valores no coinciden con los del mundo. Francisco Rodríguez Barragán http://elguadalope.es/2010/10/07/la-razon-y-la-mision/ Publicado en Bitácora de Rebelión Digital el 08-10-10 http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/11507/2010-10-08.html Publicado en Análisis Digital el 09-10-10 http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=49856&idNodo=-5